Reflexiones VII

El lector sabrá que he tenido muy mala suerte, no en las condiciones y sitio dónde he nacido, pero sí el entorno en el que crecí, las relaciones sociales que hice y demás...
Entonces lo normal es hundirse, aparte de que yo he tenido TOC, un trastorno psicótico y una gran depresión...
Y hombre algo te vienes abajo, creo que es humano y a mí, como digo, y cómo se me han presentado las cosas, yo no me quito culpa de nada y no soy ningún mesías ni alma grandísima, pero sí me considero alguien con considerable bondad, y que quiero lo mejor para la gente que así se lo merece o pienso que se lo merece, pues lo que digo un desfortunio muy grande...
Pero creo que a veces, y en mi caso, nos metemos sin saberlo en un determinado tablero y juego, que te sirve o eso crees durante un tiempo, pero todo cambia, los imprevistos aparecen, y la vuelta de tuerca es considerablemente grande...
Y eso es lo que me ha pasado. El juego en mi anterior vida, en comparación con las llamadas siete vidas de un gato, y pese a que escribí un artículo abriendo posibilidades, se ha acabado creo que para siempre...
Entonces, en esa situación de vulnerabilidad social en la que sobre todo estoy, te viene la melancolía, riesgo de una nueva depresión y demás...
Pero creo y siempre he dicho, que toda persona tiene sus recursos, se crea o no, y es capaz de tirar hacia adelante bajo las peores circunstancias. La mía evidentemente no es la peor, pero 'muy puta' sí que es...
Así que, ¿por qué escribo todo esto? Bueno, porque muchas veces la paciencia y la confianza en uno mismo, así como la humildad, son el secreto para que las cosas, en gran medida, vayan cocinándose lentamente una y otra vez, para recomenzar una nueva existencia, incluso mejor y más positiva para ti, que la que creías que era un mundo perfecto antes de cualquier adversidad.